ARTXIBO PERTSONALAK, MEMORIA KOLEKTIBOAK

– INSTALAZIO ARTISTIKO KOLEKTIBOA – Martxoak 12 Agoitz Kultur Etxean

Agoitzeko Kultur Etxean egindako Ione Atenearen tailerreko laburpena. © Mannaïg Norel

Hona hemen Ione Ateneak (erakusketan parte hartzen duen artistak) proposatutako tailerra. Bertan, familia-artxiboak aztertu genituen, era guztietako dokumentuak biltzeko. Argazkiak, bideoak, super 8, gutunak, abestiak, soinuak, hutsik dauden objektuak eta bururatutako beste gauza asko, Agoitzeko memorian sakontzeko aukera eman zigun: memoria aktibatu eta publiko egiteko.

Erakusketan azaldutako Ioneren lanetik abiatuta, aurkeztutako materialak amankomunean jarri eta aztertu genituen. Azkenik, instalazio artistiko kolektibo bat egin genuen haiekin.

Erakusketaren Aurkezpena “X hau ez da okupatzen…”

Gaur goizean aurkeztu da Agoizko kultur etxean Uholdeak erakusketaren hirugarren edizioa. Erakusketa ibiltaria da, Nafarroari lotutako artistek egindako ekoizpenekin, eta Uharteko Arte Garaikideko Zentroak antolatutako Foru Komunitateko hainbat kultur gunetara doa, Innova Culturalaren, Nafarroako Kutxa Fundazioaren, La Caixa Fundazioaren eta Nafarroako herrietako hainbat kultur guneren laguntzarekin.

X hau ez da okupatzen…” proiektua Jone Rubio Mazkiaranek komisariatu du, eta erakusketan artista plastiko hauek parte hartzen dute: Ione Atenea, Aizpea de Atxa, Celia Eslava, Andrea Ganuza eta Mireya Martin Larumbe, bestalde, arte eszenikoetako Ibil bedi, Sutan dantza taldea eta Artafarandula taldeen ekintza desberdinak ikusi ahal izanen dira, bertso saio eta poesia errezitalekin batera.

Hiru esparru teorikotan oinarritzen den ikerketa bat da proiektuaren ardatza: imaginario feministak, espazioa eta gorpuztasuna. Parte-hartzaileek egindako lanak biltzeko balioko dute gai hauek. Erakusketan dauden ekoizpen artistikoak antzeko oinarri teorikoen gainean eraiki diren arren, diziplina-ezaugarriei dagokienez desberdinak dira: eskultura, instalazioa, marrazketa, dantza, zinema, bertsolaritza, literatura, musika, etab.

Kultur Etxean 2022ko otsailaren 17tik martxoaren 19ra

Ordutegia: asteartetik, larunbatera, 18:00etatik, 20:00etara

Cines de pueblo: de la edad dorada al olvido

Cuando pensamos en la cultura rural, lo primero que nos viene a la cabeza son algunas expresiones heredadas del mundo campesino tradicional: las figuras misteriosas del carnaval, las danzas y canciones populares, las hogueras de San Juan…

Hundiendo sus raíces en un sustrato pagano inmemorial, tras ser filtradas por siglos de cristianismo, todas estas prácticas perdieron su utilidad más aplicada (prevenir plagas en los cultivos, conjurar la fertilidad, invocar el poder del sol, etc.), pero mantuvieron intacta la capacidad de reforzar el tejido comunitario y el sentimiento de pertenencia. Con la desintegración del mundo campesino y la progresiva inserción del medio rural en la sociedad industrial contemporánea, buena parte de esta cultura popular de origen campesino fue adquiriendo el carácter de un espectáculo concebido para deleitar a un público que ya no participa activamente, sino que se limita a consumir una experiencia pintoresca. Un público que, en algunas zonas, está compuesto mayoritariamente por turistas y visitantes esporádicos que llegan atraídos por el encanto de estas expresiones vernáculas y su áurea de autenticidad.

Probablemente, nadie pensaría en el cine como un elemento propio de la cultura rural y, de hecho, salvo en contadas ocasiones es cierto que “el mundo del cine” siempre se ha situado en un contexto urbano. Sin embargo, en aquel medio rural que asistía al derrumbe del mundo campesino tradicional, las salas de cine adquirieron una relevancia que, actualmente, tiende a pasar desapercibida.

Quién sabe si los cines de pueblo contribuyeron a acelerar el éxodo migratorio que vació nuestras comarcas durante la segunda mitad del s.XX. A fin de cuentas, aquellas películas raramente hablaban de lo que ocurría en el campo y, si lo hacían, en demasiadas ocasiones era para denostarlo o ridiculizarlo. Puede que los estereotipos reproducidos y amplificados en la gran pantalla alimentaran el complejo de inferioridad que erosionó la autoestima rural en aquellos tiempos de desarrollismo y nuevos ricos.

De lo que no cabe ninguna duda es que las salas de cine abrieron una ventana por la que se colaban mundos insospechados que, necesariamente, transformarían la mirada sobre lo propio y lo ajeno. Pero, incluso, más allá (o más acá) de la pantalla, los cines de pueblo constituyeron en sí mismos una novedad que contribuyó, tanto o más que las propias películas, a transformar los procesos de socialización en la ruralidad. No tanto por el hecho de reunir a cientos de vecinos y vecinas en una misma sala ante un espectáculo audiovisual (cosa que el teatro llevaba siglos haciendo), sino por la asiduidad que el cine permitía. Con una programación regular, el cinematógrafo dejó de ser una curiosidad que podía verse en las ferias para convertirse en uno de los principales puntos de encuentro de aquella nueva ciudadanía rural que emergía sobre las ruinas de la antigua comunidad aldeana.

Los cines de pueblo jugaron también un papel muy destacado en la articulación del tejido asociativo que hoy en día sostiene la vida cultural en tantos territorios rurales. Amparados por la oscuridad del patio de butacas y el volumen ensordecedor de la banda sonora, las filas traseras y el gallinero ofrecían las condiciones idóneas para eludir el férreo control moral y político del franquismo tardío y de la Transición. En los cines rurales, aparte de romances, también se fraguaron otro tipo de relaciones que escapaban a la censura de la época…

Una cola frente al Maitena…

Elizondo es, probablemente, uno de los pueblos con más tradición cinéfila de Navarra. Muchos recuerdan todavía el cine de El Pilar, especialmente aquella programación navideña que organizaba Baztandarren biltzarra cuando las monjas cedieron el espacio. También los curas tuvieron su cine parroquial junto a la iglesia de Elizondo y en Lekaroz… pero, sin duda, el gran cine del Baztan fue el Maitena.

Situado en la Plaza de los Fueros, se inauguró en 1933 y mantuvo su actividad hasta 1971. Con una programación de 3 ó 4 películas por semana y con un aforo de 526 localidades, el Maitena adquirió una importancia social y cultural de primer orden. Hoy en día cuesta creer que en el Baztan de la Segunda República o de la posguerra hubiera un equipamiento de esas características.

Acostumbrados a ver cine en el salón de casa, en el medio rural hemos olvidado la potencia de un acto tan sencillo como ver determinadas películas de forma colectiva. Durante los últimos años han proliferado innumerables festivales de cine en el medio rural que apuntan en esta dirección, pero, por más interesantes que sean sus propuestas, su efecto en las dinámicas sociales y culturales nunca podrá compararse al de una sala permanente con una programación continua. Se trata de un hecho constatable en las casas de cultura de poblaciones más grandes que cuentan con los medios suficientes para ofrecer este servicio, pero, desafortunadamente, en localidades más pequeñas el cine forma parte de una historia tan reciente como olvidada.

Por esta razón, el pasado 13 de febrero invitamos a un grupo de personas a formar una cola frente al lugar donde, en su día, se encontraba la puerta del cine Maitena. Un pequeño ejercicio de memoria histórica cultural y un gesto que pretendía devolver a la gente del Baztan la posibilidad de recuperar, de forma momentánea y ficticia, la condición de espectador-observador. Una condición que van perdiendo a medida que la turistificación del valle les convierte en “extras” involuntarios de la escena campestre que entretiene al visitante en este plató al aire libre que conocemos con el nombre de medio rural.

Zelandi ikastetxea, Iortian

Altsasuko Iortia kultur gunean dagoen Uholdeak Klaustrofilia erakusketan Jyotima Barrenetxeak zuzendutako lan saioetan parte hartu dute Zelandi ikastetxeko hainbat ikasleek aste honetan. Erakusketa Altsasun ikusteko azken astea da hau eta hilaren 22tik aurrera Elizondoko Arizkunenea kultur etxean ikusi ahal izan da.

Iortia kultur guneak utzitako argazkiak.

Agoizko bitartekaritza ekintza

La construcción del pantano de Itoiz provocó un fuerte seísmo social que se dejó sentir con especial intensidad en Aoiz.

Quince años después de los últimos episodios de aquel periodo convulso hemos planteado un pequeño ejercicio de introspección a varias personas del pueblo. Nuestro propósito era, simplemente, conocer en qué medida el paso del tiempo ha permitido cerrar ciertas heridas, atenuar las tensiones, digerir el miedo y el dolor…

¿Podríamos decir que la distancia que suponen estos quince años opera como un mecanismo de amortiguación emocional? ¿Tiene verdaderamente el tiempo la capacidad claustrofílica de curarlo todo?

Al concebir este proyecto éramos conscientes de que una intervención tan puntual no podía plantearse el objetivo de abrir un debate social en torno a un tema tan difícil y delicado. Hemos podido constatar que se trata de una tarea pendiente, pero no está tan claro que, en estos momentos, se den las condiciones para enfrentarse colectivamente a la memoria de aquellos acontecimientos.

En cualquier caso, corresponde a las vecinas y vecinos de Aoiz y de los pueblos del entorno decidir cuándo llegará el día de poner en común los distintos relatos. Por nuestra parte, nos daríamos por satisfechos si nuestro trabajo ha servido para poner esta pregunta sobre la mesa.