La institución, como nos indica uno de sus sentidos, es lo que está instituido. Y la institución cultural, aunque debería proporcionar lo que fuese necesario para evaluar críticamente a la sociedad, no es una excepción. Forma parte de lo establecido y es uno de los medios a través de los cuales el Poder se legitima y perpetúa. Lo que quiere decir que el espacio expositivo, tan arraigado en museos y centros de arte, es un espacio sustentado por el Poder. Aquí nos encontramos con una contradicción o conflicto. El Poder hará todo lo posible, y es mucho lo que puede, para que todo lo que sucede a través de esas instituciones no haga otra cosa que afianzarlo, o al menos que no moleste.
¿Es posible trabajar con lo establecido sin identificarnos con el ideal de la institución? Aunque parezca una paradoja, quizás, una de las vías para instaurar la particularidad contra los ideales de la institución, sea ubicar a estos en el lugar que les corresponde, es decir, prescindir y servirse de ellos al mismo tiempo.
SOBRE NÚRIA GÜELL
La motivación que late en el origen de la obra de Núria Güell es la de confrontar fuerzas políticas para que, de esa confrontación, emerjan o se liberen aspectos de la realidad social que permanecían fuera de foco. Con ese propósito trata con sujetos políticos, identidades, cuerpos, leyes, preceptos morales, etc., incluyéndose a ella misma. Núria trabaja con las posiciones e identificaciones profundamente arraigadas para desvelar las contradicciones y las causas de lo socialmente consensuado, y así poder repensarnos críticamente como sociedad.
Su trabajo se ha exhibido bienales, museos y centro sociales auto-gestionados de Europa, Latino América, Caribe, Oriente Medio y Estados Unidos.