Fermín Jiménez Landa comienza la residencia Hazitegia, creada por el Centro Huarte y el Museo Oteiza para impulsar la producción artística en torno a la obra y el pensamiento estético de Jorge Oteiza. Jiménez pretende asistir a un lugar donde Oteiza es el anfitrión, comprobar hasta dónde llega su hospitalidad y desarrollar una investigación errabunda por la periferia de Oteiza, por sus márgenes menos Oteicistas.
Fascinado por su casi peligroso ejercicio de la imaginación que escapa a cualquier estereotipo, le gustaría llegar a lugares y especulaciones de su obra dando largos rodeos. Cuando Oteiza dice “vacío”, piensa en “ausencia”. Cuando Oteiza dice “espacio”, piensa en “lugar”. Cuando Oteiza usa la tiza, Jiménez piensa en pizarras. En definitiva, cuando Oteiza señala la luna, Jiménez mira al dedo.
Interesado como está en el contraste entre lo finito y lo infinito, lo insignificante y lo colosal, entre lo abstracto y lo cotidiano, no pretende desarrollar una posición de enfrentamiento sino explorar espacios intermedios entre ambos artistas.
