Durante mi estancia en Centro Huarte, he dibujado formas, caminos y espacios, pero sobre todo, he registrado momentos, procesos y experiencias. Mis piezas contienen las huellas de lo que he observado, de lo que he vivido y de lo que ha ocurrido: la línea que tracé, el papel que se rasgó, el doblez que repetí, la parte que se curvó, el material que recuperé, la dirección que cambió… .
Y después de todo esto, sólo queda el regreso al vacío. La lógica de mantener un trabajo en permanente metamorfosis conduce a la nada como resultado final. Al dibujar, transformar, al transformar, deshacer, del resto conservar un fragmento, y desde el fragmento volver a empezar.
No albergo ningún interés en mantener mis dibujos como objetos. Prefiero concebirlos como recuerdos visuales, temporales, ligeros, volátiles. Después de despegar el papel, recoger los residuos y limpiar la pared encuentro de nuevo el espacio infinito, la página en blanco, y mi mirada renovada que busca nuevos escenarios por descubrir.